El Parque Ecológico Fluvial La Barquita se quedó en proyecto. La maleza cubre con un manto de enredaderas las distintas especies de árboles sembradas por el Jardín Botánico y la basura sigue llegando al río Ozama en grandes cantidades a pesar de la inversión de más de 4,000 millones de pesos para trasladar las 1,700 familias que residían en el área y así mejorar el espacio creado.
Luego del traslado de las familias en 2016, se inició un proceso para dedicar el área ribereña a un parque fluvial. La Unidad para la Readecuación de La Barquita y Entorno (Urbe) se encargó de las obras de infraestructura como verja perimetral, trampas de basura y canalización de cañadas, entre otras.
Al Jardín Botánico correspondió la arborización para recuperar la zona y la Alcaldía de Santo Domingo Este, desde la administración de Alfredo Martínez, acordó recoger la basura en la parte alta de los barrios Vietnam y Katanga, pero el proyecto no avanzó.
El Jardín Botánico dice que terminó su trabajo en el 2018, mientras que Urbe afirma que también concluyó su obra, pero durante la administración municipal de Manuel Jiménez fue poco lo que se hizo.
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Parque fluvial: la cara sucia de la vieja Barquita en Santo Domingo Este
La Barquita fue durante décadas el barrio más vulnerable del Gran Santo Domingo por las crecidas del río Ozama. Cuando ocurrían lluvias torrenciales, las casas eran arropadas totalmente por el afluente y la gente tenía que abandonarlas. Además, cientos de familias vivían hacinadas.
Una vez trasladados los moradores a un nuevo proyecto de viviendas, la falta de mantenimiento enterró los senderos externos. Las puertas de entrada están inservibles y la espesa vegetación compite en cantidad con los plásticos y otros residuos.
Vecinos aseguran que a veces la Alcaldía envía camiones recolectores que avanzan hasta un punto, pero los residuos de las cañadas se mantienen tapados. De poco sirvieron las trampas construidas por Urbe; la basura sigue contaminando el río igual que antes.
Ramón Santos vive en el sector y dice que el mal olor es insoportable por el cúmulo de basura y las aguas que corren por la cañada. Explica que donde reside, la cañada está tapada, cuando llueve se desborda y anega la calle, a lo que se suma los residuos que lanzan algunos desaprensivos.
Los filtrantes están tapados y los sépticos también, por lo que las aguas cloacales fluyen por las cañadas y sus orillas. En algunos lugares se han formado lagunas pestilentes de aguas negras.
“Después que terminó el gobierno de Danilo Medina, esto lo abandonaron”, cuenta Santos.
Rufino Reynoso, otro residente, dice que desde un principio se les dijo a los ingenieros de Urbe que si no tapaban las cañadas, no habría solución al problema de la basura. “Pero ellos no hicieron caso, y realizaron acuerdos entre Urbe y los enlaces de La Barquita. Se supone que esto iba a ser un parque ecológico hasta El Cachón, pero no hicieron lo correcto: abandonaron el proyecto a la mitad”.
Cientos de familias vivían hacinadas
Desde finales de su primer mandato, el entonces presidente Danilo Medina inició el proceso para sacar a las familias del lugar y en junio de 2016, a través de Urbe, se inició la mudanza de 1,700 familias que vivían en la Vieja Barquita, en Los Mina, hasta la Nueva Barquita en Santo Domingo Norte.
Mediante el Decreto 16-13 se declaró de “alta prioridad del Gobierno la readecuación de los asentamientos humanos” en La Barquita, en los sectores de Sabana Perdida y Los Mina, por ser zonas vulnerables a los desbordamientos del río Ozama.
El Gobierno invirtió 4,000 millones de pesos para el pago de propiedades y construcción del nuevo proyecto, de acuerdo con datos ofrecidos por las autoridades.