El parlamento de Corea del Sur aprobó una moción para destituir al presidente Yoon Suk Yeol, una sorprendente caída en desgracia de un hombre que ascendió desde la penumbra política hasta la cima del poder.
Sus décadas de logros podrían estar al borde del colapso debido a una única y desconcertante decisión de desplegar tropas bajo ley marcial por la vaga afirmación de que una de las principales democracias de Asia estaba bajo amenaza.
El proceso de juicio político suspende los poderes presidenciales de Yoon hasta que el Tribunal Constitucional determine si lo destituye o restaura sus poderes. El mandatario enfrenta también investigaciones que buscan determinar si su decreto del 3 de diciembre constituye rebelión, un delito que en Corea del Sur se castiga con la pena de muerte.
Yoon, un conservador acérrimo y fiscal de larga trayectoria, pasó de ser un novato político a presidente de Corea del Sur en 2022, poniendo fin a cinco años de gobierno liberal en los que fracasaron los esfuerzos para resolver la crisis nuclear de Corea del Norte y la economía se debilitó.
Pero su mandato ha estado marcado por las fricciones casi constantes con un parlamento controlado por la oposición, las amenazas de aniquilación por parte de Corea del Norte y una serie de escándalos que lo salpican a él y a su esposa. De acuerdo con los observadores, es impulsivo, se toma las críticas de manera personal y depende demasiado del consejo de leales incondicionales.
Nada explica completamente su intento de bloquear los mecanismos de una nación democrática en base a su afirmación de que “fuerzas antiestatales” actuaban bajo la influencia del régimen de Pyongyang.
Pero hay aspectos en el pasado de Yoon, y especialmente en la intensa acritud con la oposición liberal y en su intransigente enfrentamiento con Corea del Norte, que ayudan a iluminar el momento decisivo de su presidencia.
Un turbulento ascenso a fiscal general
A pesar de sus dos años y medio como presidente, la carrera de Yoon se ha centrado fundamentalmente en el derecho, no en la política.
Yoon, de 63 años, nació en Seúl. Sus padres eran profesores y asistió a la prestigiosa Universidad Nacional de Seúl, donde estudió derecho.
Un momento importante, según Yoon, ocurrió en 1980 cuando interpretó el papel de magistrado en un juicio simulado del entonces dictador Chun Doo-hwan, quien había dado un golpe militar el año anterior, y lo sentenció a cadena perpetua. Después de eso, tuvo que huir al campo mientras el ejército de Chun extendía la ley marcial y posicionaba tropas y vehículos blindados en varios lugares, incluida su universidad.
Yoon regresó a la capital y comenzó una carrera como fiscal del Estado que duraría casi tres décadas, durante la que se labró una imagen de ser fuerte e intransigente.
Propenso a la confrontación
Pero también se enfrentó a las críticas de que su personalidad no era la adecuada para un liderazgo de alto nivel.
“El presidente Yoon no está bien preparado y hace las cosas sin pensar”, dijo Choi Jin, director del Instituto de Liderazgo Presidencial, con sede en Seúl. “También tiende a expresar sus emociones de forma demasiado directa. Las cosas que le gustan y no le gustan son fáciles de ver, y tiende a manejar las cosas con un pequeño grupo de su propia gente, no con la mayoría de la gente”.
Durante una auditoría parlamentaria en 2013, Yoon, entonces fiscal senior, señaló que estaba bajo la presión de su jefe, quien dijo que se oponía a la investigación de Yoon sobre una acusación de que la agencia de espionaje del país había llevado a cabo una campaña ilícita online para ayudar a la presidenta conservadora, Park Geun-hye, a ganar las elecciones un año antes.
En ese momento, pronunció una de sus frases famosas: “No soy leal a las personas (de alto nivel)”.
Fue degradado, pero después de que el gobierno de Park cayó debido a otro escándalo de corrupción en 2017, el entonces presidente, Moon Jae-in, nombró a Yoon jefe de una oficina de la fiscalía en Seúl, que investigó a Park y otros líderes conservadores. Más tarde, Moon lo eligió como fiscal general de la nación.
Un novato en política
Yoon entró en la política de partidos aproximadamente un año antes de obtener la presidencia, abandonando al liberal Moon después de un desacuerdo sobre una investigación de los aliados de Moon. Los partidarios del entonces mandatario señalaron que estaba tratando de frustrar las reformas judiciales de Moon y elevar su propio perfil político.
La carrera presidencial de 2022 fue su primera campaña electoral.
Yoon venció a su rival, el liberal Lee Jae-myung, por menos del 1% de los votos en la elección presidencial más reñida en la historia del país.
Su campaña fue una de las más desagradables en la memoria reciente.
Yoon comparó al partido de Lee con “Hitler” y “Mussolini”. Los aliados de Lee lo calificaron de “bestia” y “dictador”, y ridiculizaron la supuesta cirugía plástica de su esposa.
Conflictos políticos internos
Su presidencia ha estado dominada por la frustración y la acritud, en gran parte derivadas de su estrecha victoria y del fracaso de su partido para hacerse con el control del parlamento durante su mandato.
Cuando Yoon declaró el estado de emergencia, dijo que un objetivo era eliminar a “los seguidores descarados de Corea del Norte y a las fuerzas antiestatales” en una aparente referencia al opositor Partido Democrático.
En un apasionado discurso el jueves, Yoon volvió a defender su decreto de ley marcial y prometió “luchar hasta el final” frente a los intentos de destituirlo e investigarlo. Calificó al Partido Democrático de “monstruo” y “fuerzas antiestatales” que, según él, ha utilizado su músculo legislativo para destituir a altos funcionarios y socavar el proyecto de ley presupuestaria del ejecutivo para el próximo año.
Las acusaciones de corrupción también han lastrado su índice de aprobación.
Yoon negó recientemente haber cometido irregularidades en un escándalo de tráfico de influencias que lo salpica a él y a su esposa. Imágenes de una cámara espía en otro caso muestran supuestamente a la primera dama, Kim Keon Hee, aceptando un bolso de lujo como regalo de un pastor.
Choi afirmó que cree que Yoon pudo haber planeado el “torpe decreto de ley marcial” para desviar la atención pública de los escándalos.
“Intentó sacudir el mundo político”, dijo Choi. “Pero falló. Probablemente creía que no tenía otra opción”.
Corea del Norte arremetió contra su postura firme
Si las disputas políticas y los escándalos establecieron el tono de su presidencia a nivel nacional, su política exterior se caracterizó por un amargo enfrentamiento con Corea del Norte.
Al inicio de su mandato, prometió “un plan audaz” para mejorar la economía norcoreana si Pyongyang abandonaba sus armas nucleares.
Pero la situación se torció rápidamente, ya que el Norte intensificó sus pruebas de armas y sus amenazas de atacar a su vecino. Pyongyang acabó refiriéndose al mandatario como “un tipo con un cerebro de basura” y “un diplomático idiota”.
Corea del Norte se tomó el tema de la basura de forma literal y ha enviado miles de globos llenos de deshechos a través de la frontera, incluyendo algunos que llegaron al complejo presidencial en Seúl al menos en dos ocasiones.
La mención de Yoon de Corea del Norte como una fuerza desestabilizadora nacional recordó a algunos a una Corea del Sur anterior, que hasta finales de la década de 1980 estuvo gobernada por una serie de hombres fuertes que invocaban repetidamente la amenaza de Pyongyang para justificar sus esfuerzos para eliminar a disidentes y a rivales políticos.